Silenciosa y sorda, la serpiente no parece ser capaz de exteriorizar estados de ánimo; empero, la etología ha confirmado su gran capacidad de adaptación al cautiverio, traduciéndose en conductas mansas.
Silenciosa y sorda, la serpiente no parece ser capaz de exteriorizar estados de ánimo; empero, la etología ha confirmado su gran capacidad de adaptación al cautiverio, que se traduce en conductas mansas.
Silenciosa y sorda, la serpiente no parece ser capaz de externalizar estados de ánimo; empero, la etología ha confirmado su gran capacidad de adaptación al cautiverio, que se traduce en conductas mansas.
Silenciosa y sorda, la serpiente no parece ser capaz de externalizar estados de ánimo; empero, la etología ha confirmado su gran capacidad de adaptación al cautiverio, traduciéndose en conductas mansas.